miércoles, 26 de octubre de 2016

El silencio, la peor opción

No hace falta extenderse demasiado con argumentos para explicar...
No hace falta extenderse demasiado con argumentos para explicar por qué razón los casos de abuso sexual infantil afectan profundamente la vida de las víctimas. Las secuelas son aun mucho más graves e incluso en algunos casos irreversibles si son cometidos dentro del ámbito familiar.

Un niño abusado fuera de los límites familiares tiene más posibilidades de recuperarse si cuenta con la contención de sus seres queridos, de una familia que lo acompaña en ese momento doloroso de su existencia y le permite munirse de herramientas para superar el trauma.

Pero si el abuso fue perpetrado dentro del seno de su propia familia, el estigma será mucho más difícil de superar.

Casos de este tipo, al contrario de los que puede llegar a pensarse, no son excepcionales, sino cada vez más comunes. Una organización especializada, Red por la Infancia, ha difundido una cifra que verdaderamente escandaliza: el 70% de los casos de abuso sexual a niños y niñas tiene como victimarios a los padres o abuelos. 

Paula Wachter, directora Ejecutiva de Red por la Infancia reflexiona: "Estamos preparados en alguna medida para que los ataques lleguen de afuera, pero cuando vienen de adentro, la realidad es devastadora”.

La devastación en el caso de que el abusador sea el padre, es fácil de comprender, incluye fundamentalmente al niño, pero también a su madre, que debe denunciar el hecho, perpetrado por su pareja o ex pareja, y proteger a la víctima en un contexto de lógica desintegración familiar.
"Es necesario describir la soledad de las mamás denunciantes, porque no hay un programa dentro del Estado que acompañe a estos niños, sus madres o adultos protectores, hay un vacío legal, donde las mujeres tienen que no solo sostenerse a sí mismas y a sus hijos, sino que son obligadas a entender un sistema que es confuso y contradictorio”, añade Wachter.

Si esta situación es conflictiva para madre e hijo, más aún lo es continuar la convivencia en el seno familiar, soportando los abusos por miedo a romper los vínculos. De modo que un punto de partida inevitable para empezar a acabar con el perverso drama del abuso es romper con la idea de que son temas sobre los que no se habla, "por vergüenza o por temor”.

La Guía de orientación y recursos sobre abuso sexual en la infancia, que con este título puede encontrarse para su consulta fácilmente en internet, señala que "durante décadas las voces de gran cantidad de niñas y niños víctimas de abuso sexual fueron silenciadas y continúan siendo en gran medida. Silencio sostenido por el abusador a través de amenazas y manipulación; por las familias, quienes en pro de mantener la "unidad familiar” postergan los derechos de los niños/as; y por las múltiples instituciones que no son capaces de detectar, escuchar y actuar para proteger y velar por la integridad psico, física y social de las niñas y niños abusados sexualmente”.

El silencio es, en estos casos, la peor opción. Pero debe el Estado proporcionar las herramientas para que las víctimas y su entorno afectivo tengan la protección necesaria y las garantías de recuperación de un golpe de tal magnitud.

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